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domingo, 21 de abril de 2013

¿Debemos aceptar los escraches como desobediencia civil o instrumentos de presión ante los desahucios?

Durante el periodo de debate en el Congreso de los Diputados, los activistas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) convocaron en distintas provincias de España los polémicos escraches, las protestas frente a las viviendas y los lugares de trabajo de los diputados del PP para intentar sin éxito modificar el sentido de su voto. Ahora sopesan aparcar esa fórmula pero advierten de que seguirán con “más desobediencia civil”.


 'Escrache'          
El 'escrache' es una forma de protesta surgida en Argentina en la que los manifestantes se desplazan hasta el domicilio del responsable de su descontento.

Las protestas con el método 'escrache': información para unos, acoso para otros.

La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) ha conseguido, con tesón admirable, situar el escándalo de los desahucios en el centro de la vida política española. A diferencia de otros asuntos que escapan del alcance directo de los políticos (como la prima de riesgo o la tasa de paro), la regulación de los créditos hipotecarios y de los procedimientos a seguir en caso de impago corresponde enteramente al gobierno, el cual, si cuenta con una mayoría parlamentaria suficiente, puede cambiar la ley según juzgue conveniente. El gobierno puede decidir sobre la dación en pago, sobre los intereses de demora, sobre el alquiler social y sobre el papel que deben desempeñar los jueces en este asunto.

De no haber sido por la PAH y sus acciones de protesta, los desahucios no habrían llegado a tener tanta relevancia política. La PAH, a través de la recogida de firmas para su Iniciativa Legislativa Popular y de los intentos de impedir la expulsión de las familias de sus hogares, ha puesto de relieve la tremenda injusticia que se está cometiendo con los más débiles.

En mi opinión el escrache estariá justificado ya que solo es un acto que busca cambiar la situación  y serían eticamente correctos a no ser que fueran actos violentos, pero por otro lado, es cierto que los escraches provocan una grave presión sobre los políticos cuya situación debe ser desesperante.

Por lo tanto, estas campañas deberían permitirse únicamente con la condición de que no afectaran a otras personas negativamente.